Vida de las estrellas
Nacimiento de una estrella
Como las personas, las estrellas nacen, crecen y mueren.
Sus lugares de nacimiento son enormes nubes frías formadas por gas y polvo, conocidas como "nebulosas". Estas nubes comienzan a hacerse más chicas y a medida que una nube pierde tamaño, se fragmenta en grupos más pequeños.
Cada fragmento puede finalmente volverse tan caliente que puede alcanzar la temperatura de 10 millones de grados Cº, así el fragmento se convierte en una nueva estrella.
Nebulosas del Universo
Muerte de una estrella
La mayoría de las estrellas tardan millones de años en morir. Cuando una estrella como el Sol ha consumido todo su combustible que le da el brilo, se expande convirtiéndose en una gigante roja.
Esta puede tener millones de kilómetros de diámetro, siendo lo suficientemente grande como para comer los planetas Mercurio y Venus.
La estrella se comprime y forma una enana blanca muy densa.
Una cucharada de té de materia proveniente de una enana blanca pesaría hasta 100 toneladas.
A lo largo de billones de años, la enana blanca se enfría y se vuelve invisible.
Las estrellas más pesadas que ocho veces la masa del Sol terminan sus vidas muy repentinamente.
Cuando se les acaba el combustible, se expanden hasta convertirse en supergigantes rojas; estas tratan de mantenerse vivas consumiendo diferentes combustibles, pero esto funciona sólo durante unos cuantos millones de años. Despues de esto producen una enorme explosión de supernova.
Durante aproximadamente una semana, el brillo de la supernova sobrepasa el de todas las demás estrellas de su galaxia.
Luego se desvanece rápidamente; todo lo que queda es un objeto minúsculo y muy pesado, rodeado por una nube de gas muy caliente.
Los elementos creados dentro de la supergigante se dispersan por el espacio.
Este polvo espacial termina dando origen a otras estrellas y planetas.